Un largo viaje hacia la esperanza
El éxodo al que se enfrentan los sirios desde el inicio de la guerra lleva consigo grandes obstáculos con el fin de llegar a un destino mejor
Es enero de 2020; los bombardeos sacuden la ciudad de Idlib de nuevo, donde Meera (nombre ficticio) reside con su marido y sus hijas en uno de los campamentos al noreste de la región. Ella y su marido toman la decisión de huir hasta la frontera con Turquía, ya que temen por su vida y la de sus hijas. Parten con lo puesto para emprender un largo viaje en camión, con muchas otras familias que, al igual que ellos, se ven obligados a escapar. Casi 600 kilómetros los separan de su destino. Hace mucho frío y la ropa y los alimentos escasean.
Tras seis largas horas de viaje llegan a un campamento. Están cansados, hambrientos y sedientos. Algunos voluntarios llegan para proporcionarles comida y bebida, aunque en pequeñas cantidades, e intentan ayudar a algunas personas que se encuentran heridas.
Meera mira al horizonte, soñando con poder llegar hasta la costa y comprar pasajes para embarcar junto a su familia hacia un campamento de refugiados en Grecia. Intenta tranquilizar a las niñas que se preguntan qué será lo próximo que hagan. Sin embargo, el futuro es incierto y Meera no está segura de lo que les depara.
Al igual que Meera, 390.000 personas huyeron de Idlib desde diciembre de 2019 hasta enero de 2020, a consecuencia de los incesantes bombardeos y ofensivas terrestres. Se calcula que desde que comenzó la guerra, existen unos 6.2 millones de personas desplazadas dentro de Siria y más de 5 millones fuera del país, según datos de ACNUR.
Detrás de esta alarmante situación, se esconden millones de historias de quienes huyen de la violencia y la pobreza. Los desplazados sirios se enfrentan a crudos inviernos acompañados de escasez de agua y alimentos, además de una atención médica insuficiente.
Además, la desesperación de muchas familias por huir hacia un destino mejor los convierte en objetivos vulnerables de tráfico de personas. Al llegar a los países fronterizos como Turquía, el Líbano o Jordania, algunos trabajan largas jornadas para ahorrar y poder huir hacia campamentos de refugiados en países como Grecia. Pagan grandes sumas de dinero por embarcar en botes repletos de personas, que en ocasiones nunca llegan a su destino.
Durante estos 11 años de crisis la ayuda humanitaria ha sido fundamental para proporcionar refugio y mejores condiciones para los millones de personas desplazadas a causa del conflicto en el que lleva sumido Siria tanto tiempo. El trabajo de las ONG ha sido indispensable para hacer llegar el material humanitario necesario, recursos básicos como ropa, alimentos, mantas, material sanitario y productos de higiene, que hacen que el desplazamiento de estas personas sea más digno y humano.